15 de marzo del 2024

Horacio Raúl “La Pepa” Baldessari y su gol más raro

¿Lo recuerdas, Pepa? Por supuesto cómo no lo vas a recordar, fierita. Y ahora veremos por qué. Fue un domingo 21 de abril del 91 (hoy se cumplen 30 años) en el estadio Lolo Fernández. Por todas partes, rodeando el estadio, pululaban policías con la consigna de evitar desórdenes y también buena cantidad de “disciplinarios”. Este detalle lo veremos más adelante.

En el plantel celeste de ese año figuraban, si no me equivoco, Olivares, Leo Rojas, Pedraglio, Prado, Earl, el Loquillo Arteaga, Gastiaburu, Zegarra, Kopriva, Antón, Novella, Manassero. Adelante atacaban Baldessari, Navarro, Dallorso. El Chorri Palacios debutaría meses más tarde.

Asistí con mi hijo a la tribuna Oriente. Por supuesto que de inmediato nos juntamos a la barra cervecera. El partido empezó con los habituales roces entre adversarios. Nada que llame la atención. En esos partidos las mentadas de madre son lo más suave. Desde la tribuna le lanzaron un proyectil al golero cervecero. esto calentó las acciones. Las patadas más bajas eran eran a la cintura

El equipo de casa adelantó el marcador. Pero en el segundo tiempo los cerveceros voltearon el partido con dos goles de La Pepa. Esto recalentó los cerebros de los hinchas de casa. Cuando el partido estaba por los 5’ del segundo tiempo se recargaron los ataques.

Desde el exterior del estadio nos empezó a llover miles de proyectiles, entre ladrillos, palos con clavos y piedras dirigidos hacia la tribuna Oriente. ¿Cómo fue posible esto si el estadio estaba rodeado de policías y “disciplinarios”? ¿Qué sucia mano regordeta les pagó a esos “valientes” para que lanzaran esos proyectiles desde la calle? ¿Y por qué no intervino la policía? Algo raro pasaba ahí afuera.

Ni en Krakatoa salen volando espontáneamente ladrillos y palos con clavos. Aunque a veces los chanchos vuelan. Y esa tarde un chancho con anteojos salía volando de indignación ante la humillante paliza que en su propia cancha le estaba propinando el equipo celeste de la Pepa Baldessari y Franco Navarro. Y eso que la Pepa se perdió un penal.

Y luego vino el incendio del bus del plantel del Sporting Cristal. ¿Se incendió solito por recalentamiento espontáneo? ¿Qué dirigente con panza de chancho fue el que mandó comprar la gasolina? Fue su misma mano regordeta la que mandó sobornar un árbitro y cuando lo denunciaron se negó. Su mano gorda sabe mandar emisarios armados para silenciar testigos. Ojo que no lo afirmamos nosotros. Varios años después, el voluminoso dirigente crema, ante los ataques que recibía de sus propios barristas a sueldo, les negó entradas de cortesía. Fue enfático y directo:

  • Que paguen, pues. Que dejen de comprarse sus ketes y así les va a alcanzar para la entrada.
    A los pocos días un barrista de sus secuaces a sueldo le respondió.
  • Que no siga metiéndose con los barristas porque podemos sacar a la luz lo del incendio al bus del Cristal en el Lolo Fernández.

El porcino dirigente se metió la lengua al mismo asqueroso agujero donde guarda su cola de tirabuzón y volvió a darles entradas gratis y a pagarles cupos. Pero esa tarde inolvidable quedaron en claro varias cosas:

Que fuimos gallos celestes que pisamos en corral ajeno.

Que La Pepa Baldessari reafirmó que por sus venas corre sangre celeste. Y metió el gol más raro de la historia. La pateó de media vuelta contra el suelo casi en la línea de fondo, pegado al poste izquierdo. La veleidosa dio una inmensa curva por encima de todos los defensas y entró por el palo contrario ante la atónita mirada de la tribuna. Una de ellas, histérica, abortó un huevo del que salió un pollo con cara de chancho con anteojos.

Ahora bien, varios factores ayudaron a La Vieja. El césped estaba más malo que pegarle a la abuelita (no me refiero a ti, Pepa) y tenía unas tremendas champas de ichu y montoncitos de abono de llama y de gallinas ponedoras. Además el área chica tenía unos cráteres tan profundos que si a algún jugador se le caía adentro el chimpún lo traerían después los chinos desde el otro lado del globo terráqueo. A todo esto el viento fuerte arrastraba el humo de los tronchos de su tribuna. ¡Y a la Pepa no se le fruncen sus 400 arrugas de la frente cuando afirma que fue una jugada que está acostumbrado a hacerla a cada rato!

A propósito, para ti, Pepa:

Si a veces a una japonesa le nace un hijo frito y con pasitas. Si un jugador de «sapo» estornuda en el momento de lanzar la ficha y la emboca en la bocota del animal (no nos referimos a ningún cachudo exjugador gallina). Si de vez en cuando nace un animador con cara de haba, tan feo que el doctor le da los palmazos en la cara. Si tampoco llama la atención que nazca una gallina con dos cabezas (y a veces con cuerpo de chancho). ¿Por qué a ti no te puede salir un gol de champa?

Pepa, he sido, soy y seré hincha tuyo, sé que no eres panudo y te admiro como Ídolo celeste, pero reconoce, pues, que tu gol fue de leche, fierita.

Por: Manuel Aranibar Luna