29 de marzo del 2024

Cuando el «asesino gayina» samuel eugenio rompió a Boné

En el Perú, una lesión llegó hasta los tribunales: ocurrió el domingo 5 de enero de 1986, en el estadio Nacional, cuando Sporting Cristal y Universitario se enfrentaron por la fecha 20 del Descentralizado 1985. Los protagonistas fueron el celeste Enrique Boné y el crema Samuel Eugenio.

Fue un partido intenso, en que Cristal, de pobre campaña y con un Héctor Chumpitaz que acababa de asumir como técnico, jugaba casi todas sus cartas para aspirar a un lugar en la liguilla; por su parte, Universitario, dirigido por Marcos Calderón, peleaba el liderazgo con UTC.

Poco más de 8 mil personas fueron esa tarde al Nacional. La sorpresa llegó a los trece minutos del complemento: un desborde de Jorge ‘Koki’ Hirano por izquierda culminó con un pase hacia atrás; César Loyola recibió el balón y solo, frente a Ramón Quiroga, la mandó a guardar.

En la ‘U’, salvo Javier Chirinos, quien se multiplicó en la volante, todos desentonaron: Fidel Suárez estuvo en una mala tarde y, por las bandas, tampoco funcionó el trabajo de Juan Carlos Oblitas y Eduardo Rey Muñoz.

A los 60’, Cristal perdió un penal: Quiroga atajó el remate de Hirano desde los doce pasos. Cinco minutos más tarde, los rimenses se quedaron con diez: fue expulsado Rodolfo Orejuela por agredir a Miguel Seminario.

En tienda celeste, sobresalió el trabajo de su dupla de contención, formada por Pedro Chinchay y Alan Incháustegui, que frenaron la arremetida crema. También se lució su arquero Humberto Valdettaro, que, cerca del final, sacó dos remates a boca de jarro de Jaime Drago y el ‘Loco’ Seminario.

Sin embargo, la jugada que hizo que este partido pasara a la historia fue una lesión: a los 85’, Enrique Boné y Samuel Eugenio fueron a pelear un balón y ‘Chamuco’ metió la pierna con demasiada agresividad. Para unos, fue un foul artero; para otros, una imprudencia inaceptable en un profesional.

El árbitro Edison Pérez no sacó ni amarilla; Boné salió en camilla, reemplazado por Francesco Manassero, y de inmediato lo trasladaron a la Clínica Javier Prado.

Fue una fractura de tibia y peroné, en la pierna izquierda. Boné tuvo que ser operado y los vaticinios eran terribles: retiro del fútbol. Los medios y canales de TV hicieron una campaña fortísima contra Eugenio; “carnicero” fue el adjetivo más sutil que le dieron.

Fue el periodista ‘Pocho’ Rospigliosi quien tuvo una de esas extrañas ideas que a veces se le ocurrían: generar una reconciliación entre Boné y Eugenio.

Las cámaras de Gigante Deportivo llegaron a la Clínica Javier Prado el domingo 12 de enero, solo una semana después del incidente. ‘Pocho’ y Boné dialogaron amablemente; de pronto, Rospigliosi anunció que había traido a Eugenio para dialogar. “Disculpe, don Alfonso, yo no sigo. Con usted, lo que desee; con ese señor, no”, se negó Boné.

Pero ‘Pocho’ no se iba a dar por vencido. En su revista Ovación, dio detalles del encuentro; algunos, con un dramatismo exagerado. Sostuvo, por ejemplo, que los familiares de Boné le tapaban los ojos a sus hijos para que no vieran a Eugenio en la televisión y que fue una llamada telefónica de Héctor Chumpitaz lo que convenció a Boné y dio humo blanco al reencuentro.

Ciertamente, el reencuentro se produjo. En medio de una cantidad de souvenirs del mundial México ’86 (toallas, polos, almanaques) que el periodista llevó como regalo al lesionado, Eugenio, visiblemente incómodo (‘Pocho’ afirmó haberlo convencido casi a gritos), daba sus disculpas y afirmaba que el golpe había sido casual; Boné, según Rospigliosi, repitió las palabras que Chumpitaz le había dicho por teléfono: “Si Dios perdonó, cómo no va a perdonar Boné”. ‘Pocho’ les pidió estrecharse las manos y, en su revista, cerró la nota con un literal “Colorín Colorado”.

Literal pero inexacto, porque allí no acabó el asunto. Boné cambió de opinión y le entabló un juicio a Eugenio que duró casi dos años y del cual el defensa crema fue absuelto. Boné regresó al fútbol en 1989, jugó algunos partidos por Cristal, pero no recuperó el nivel de años anteriores: se retiró un año después en el Octavio Espinosa de Ica; Eugenio lo hizo en 1991 en Sport Boys.